lunes, 22 de enero de 2007

LOS SALARIOS CRECEN SEIS VECES MENOS QUE EL COSTE DE LA VIDA (LA VOZ DE GALICIA, 02 DE ENERO DE 2007)

La cuesta de enero es más empinada desde que el euro le quitó el puesto a la peseta, y no sólo por unas subidas de precios que duplican cada año el IPC que se fija como objetivo el Gobierno, sino también porque las familias tienen cada vez menos dinero disponible. Sobre todo en Galicia. Los trabajadores de la comunidad son los cuartos que menos cobran de España. Lo constata el Instituto Nacional de Estadística, que desde que comenzó el 2002 ha medido un incremento de apenas un 5% en el sueldo medio de los gallegos.

Y de ahí la asfixia del presupuesto familiar, exprimido por unos precios que han crecido en el último lustro seis veces más que los salarios. Frente al 31% de encarecimiento del coste de la vida, los gallegos sólo pueden esgrimir los 65 euros mensuales más que cobran ahora. Gracias a ellos, el sueldo medio se sitúa en 1.366 euros, una cifra que aleja cada vez más a Galicia de la convergencia con Europa.

El desequilibrio empieza en la Península. La diferencia entre comunidades es tal que los gallegos cobran hoy de media mensual 355 euros menos de lo que le pagaban a los catalanes hace cinco años. Y en ese tiempo la brecha salarial no ha hecho más que ensancharse, hasta llegar a la situación actual, que deja la renta per cápita gallega en el puesto 192 de un total de 254 regiones europeas.

El dinero no declarado

Aunque ese ránking no refleja la situación real de la economía gallega. En las cuentas faltan los casi 7.000 millones de euros en dinero negro que circulan por la comunidad, según cálculos del Banco de España y el Instituto de Estudios Fiscales. Dentro de esa cantidad, que equivale al 22,1% del PIB gallego, las viejas pesetas que no se llegaron a cambiar son una pequeña parte: en todo el Estado apenas quedaron sin retirar 1.003 millones de euros en billetes de pesetas y otros 826 en monedas.

Así, la transición al euro no se convirtió en el tratamiento de choque contra la economía sumergida con el que soñaban las autoridades monetarias europeas. Lejos de eso, el dinero negro circula en tal volumen que en fuentes del sector bancario reconocen desde el anonimato que cada vez hay más demanda de cajas de seguridad en los bancos.

Lo mismo ocurre con las cajas fuertes y con los servicios de seguridad privada, que según informan en el sector están mejorando su facturación en Galicia a un ritmo del 20% anual. Los gallegos han pasado así de guardar el dinero bajo el colchón a depositar grandes cantidades en cajas de seguridad de las que no queda huella fiscal. Sólo así se entiende que España sea el país en el que más billetes de 500 euros hay. O que las cuatro provincias gallegas estén entre las doce en las que más dinero negro se mueve, según el Instituto de Estudios Fiscales.

Gran parte de esta economía sumergida está relacionada con las plusvalías que se fraguan en los ladrillos del sector inmobiliario. Desde que llegó el euro, el precio de los pisos ha crecido un 122%, mientras la hipoteca media que afrontan los gallegos ha pasado de los 80,213 euros de los últimos días de la peseta a los 137.000 de la actualidad: suficientes como para que la cuesta de enero se torne cima inasequible.

Europa se divide en el debate entre los escépticos de la divisa común y la ilusión de los nuevos socios

Mientras en Eslovenia festejan con fuegos de artificio la llegada del euro a sus bolsillos, en Italia se multiplican las voces que claman por la vuelta a la lira. Cuando Rumanía y Bulgaria celebran su adhesión a la UE y suspiran por ver el día en el que sus nóminas se cuenten en la divisa común, en el Reino Unido no se atreven a enterrar la libra para echarse en brazos de un euro que ya está presente en las tiendas de Londres.

Son las paradojas de la moneda única, un hilo fino con el que Europa aún confía en tejer la cohesión precisa para hacer del Viejo Continente un aspirante real a competir con EE.UU., por la primacía económica. Para ello, todavía quedan muchas puntadas por dar. Ayer la malla creció un poco más, con la incorporación a la divisa de Eslovenia, que hace que el euro presida ya las transacciones comerciales de 316,6 millones de europeos de 13 países.

Europa ex comunista

La llegada de Eslovenia supone además una nueva vuelta de tuerca en el engranaje de la Europa alumbrada tras la caída del muro de Berlín y la Unión Soviética. No en vano, Eslovenia es el primer país ex comunista que se suma al capitalismo del euro. Para ello renuncia a su moneda histórica, los tolares, y pasa a liderar el grupo de diez países de la ampliación de la UE que en los próximos años harán del euro la divisa de 600 millones de personas. No extraña por ello la alegría del ministro de Finanzas esloveno, que pese a las quejas de los últimos meses por el alza de precios que ha originado el euro, aseguraba ayer que su país ha dado «un gran paso para consolidar su posición en la familia de países europeos más desarrollados».

Así ven el euro en la Europa más pobre, donde es el icono de un futuro de progreso y riqueza. Justo lo contrario de lo que piensan en países como Italia. Allí la divisa de la unidad y la cohesión ha causado un auténtico terremoto, que ha tenido en la inflación su efecto más dramático. La situación llegó a ser tal que el anterior Gobierno, liderado por el siempre polémico Silvio Berlusconi, incluso planteó la posibilidad de volver a la lira, para acabar así de un golpe con la subida de precios que hace que los italianos estén para pocos fuegos de artificio con el euro.

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